24 de junio de 2011

El niño y el cerdito

Siempre que el niño pasaba cerca del mendigo, lo observaba con curiosidad y desprecio. Hasta que un día…

-¿Por qué me mira de esa forma y estira la mano?- le preguntó a su mamá.

-No te preocupes, es un cerdo al que le tiran monedas- respondió ella.

-Ah- dijo el niño y se quedó pensando.

Ya le habían regalado un cerdito alcancía, de esos de loza, pero jamás le había dado importancia, así que su mente infantil no tardó en entusiasmarse. Decidió, entonces, dejarle algunas monedas al cerdito mendigo cada vez que pasara a su lado… y así lo hizo.

Una tarde, cuando volvía de la escuela, el niño atravesó la cuadra donde estaba el indigente, pero no tenía ninguna moneda para dejarle. Lo que era peor, no tenía ni siquiera una moneda para comprarse él mismo un alfajor, así que agarró una piedra y comenzó a golpear la cabeza del cerdito mendigo hasta que ésta se rompió. El fiel cerdito, como los de loza, soltó las monedas que tenía en su poder y el niño pudo comprarse el alfajor y otras golosinas más.

-Son útiles estos cerditos- reflexionó el pequeño, mientras pensaba dónde podría encontrar otro.


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